viernes, 8 de marzo de 2013

La educación confesional

A partir de la expedición de la Cortes e Cádiz en 1812 la vigilancia sobre la educación quedó en manos del Ayuntamiento. Esta misma distribución de la responsabilidad educativa se continuó en las constituciones estatales del México independiente promulgadas entre 1824 y 1827, lo que supone, por tanto, una larga tradición e vigilancia sobre todos los aspectos de la vida educativa, incluyendo a las escuelas particulares, cuyos dueños y clientela se encargaban de cubrir los gastos.
La independencia no interrumpió la continuidad del proceso de reforma de educativa que promovieron la Cortes de Cádiz, ni tampoco frenó otros proyectos como la creación de un plan de enseñanza pública general y la formación de un órgano estatal que centralizara y organizara las actividades en este ramo. Esto se explica en tanto que esas tareas estaban encaminadas a dar cohesión y sentido a la nueva nación y con ello a legitimar su permanencia.
En el proyecto del reglamento general de instrucción pública de 1823 se decía que "todo ciudadano tiene facultad de formar establecimientos particulares de instrucción en todas las artes y ciencias, y para todas las profesiones, pero el Estado se reservaba la autoridad de supervisar y asegurarse de que los maestros de estas escuelas tuvieran las aptitudes y preparación necesarias para la enseñanza
EN 1830 empiezan a abrir escuelas reforzadas con la llegada de maestros franceses para un alumnado capaz de sostenerlas, sin recibir ningún subsidio del gobierno. Estos establecimientos se consideraron entonces como escuelas privadas, en tanto que las de la Compañía Lancasteriana y las de los conventos y parroquias eran gratuitas y por lo tanto públicas. Esta distinción económica no las excluía de la vigilancia del Estado, en el sentido de que no podían enseñar nada contrario a la moral ni a las reglas del gobierno.
En las primeras leyes de instrucción pública, tanto de liberales como de conservadores, se insistió en la libertad de enseñanza entendida en formas distintas. En los debates constitucionales de 1857 se percibió ya la conciencia de que el medio para romper el poder ideológico de la Iglesia no era mediante el fomento a la enseñanza privada, sino al contrario, con el fortalecimiento de la instrucción pública.
Desde tiempos de la República Restaurada, la escuela católica se traduce como escuela privada, en oposición fortísima a la de gobierno y a las políticas apoyadas por el positivismo y la indiferencia religiosa del Ayuntamiento. Estas escuelas estaban inmersas dentro de una cultura que privilegiaba el conocimiento de la doctrina cristiana como único medio de asegurar la sobrevivencia moral de la sociedad, y como único medio de normar las relaciones dentro de la familia. La escuela particular en México adquirió desde entonces el sentido que tiene actualmente, de ser una opción a la escuela estatal, donde las políticas oficiales pueden ser cuestionadas y aún combatidas. La escuela católica surgió como un lugar donde se rechazaron las leyes de Reforma, donde se criticaron violentamente las políticas anticlericales del gobierno, pero sobre todo como un espacio donde podrían reproducirse los valores y las tradiciones católicas..
Gran parte de las primarias particulares dependían de las parroquias o de maestros muy acreditados en las localidades, escuelas pequeñas pero con prestigio social. Las preparatorias (que incluían tanto a la secundaria como a la preparatoria propiamente dicha), dependían en su mayoría de los Seminarios Diocesanos.
La ideología educativa oficial no logró ocultar las continuas concesiones a la escuela confesional, como lo demuestra la creación de nuevas diócesis, de nuevos conventos para hombres y para mujeres, el gran número de órdenes religiosas que llegaron a México a fundar sus escuelas, que con las ya establecidas, funcionaron sin ningún problema por parte del Estado. Los ataques desde el seno de la Iglesia contra el régimen no descalificaban la dictadura, sino la filosofía positivista, atea, que la permeó. Los liberales continuaron sus esfuerzos para evitar que la educación siguiera en manos de la Iglesia, pero la tolerancia de don Porfirio le concedió una posición de privilegio.
El crecimiento de la educación confesional fue considerable en la época porfirista; sin embargo, la política planificadora del Secretario Joaquín Baranda mantuvo el predominio del Estado y sus escuelas sobre la iniciativa privada; en l888 se promulgó la Ley de Enseñanza Obligatoria, aunque sólo el 33% de los niños acudían a la escuela primaria.
La educación confesional supone el mantenimiento en la enseñanza de la doctrina
religiosa en su contenido histórico doctrinal, así como la enseñanza de los principios morales que de ella emanan para la formación de la
conciencia responsable.
"se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los
individuos y de las comunidades sin más limitación en sus manifestaciones que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”.
http:/bibliotacaweb.tic.unam.mx/diccionario/htm


jueves, 7 de marzo de 2013

Manuel Baranda


 

Abogado de profesión y notable político mexicano, nació a finales de 1799 en la ciudad de Guanajuato Guanajuato; ahí realizo sus estudios de jurisprudencia, fue un partidario republicano de profundas convicciones por la justicia de su país. Abogo por un México libre de toda intervención extranjera, creando las bases fundamentales para la construcción de los postulados de independencia y soberanía.

Entre sus principales testimonios ocupo el cargo de gobernador de su estado natal; en 1843 fue electo para redactar las bases orgánicas de la Republica y del 17 de junio al 6 de diciembre de 1844,fungio como ministro de Justicia e Instrucción Pública.

Cabe recordar que vivió una de las etapas más difíciles en la historia de México, es decir el complicado entendimiento de las relaciones diplomáticas entre nuestro país y Estados Unidos, época de la consolidación de la vida nacional de México, la formación de la República independiente de los colonizadores europeos y el rechazo al obstinado acoso del coloso vecino del norte.

Su periodo ministerial, fue relativamente corto, este costo de 2 meses veinte días.

 

PRIMERA ETAPA: 27 de marzo al 1 de abril de 1847

v  Entre el 27 y 30 de marzo de 1847 comunican a los consulados de México en España, Inglaterra, Suiza y Venezuela, su nombramiento frente a la Secretaria de Relaciones exteriores y Gobernación.         

v   

SEGUNDA ETAPA: 2 de abril al 20 de mayo de 1847

 

2 de Abril

v  Santa Anna con el fin de detener a las tropas estadounidenses, planeo ir a su encuentro en el trayecto de Veracruz a Puebla, se nombra como presidente sustituto al general Pedro María Anaya ,mismo que reafirma en su cargo a Manuel Baranda quien se desempeñaba en la Secretaria de Relaciones Exteriores y Gobernación.

v  Firmo un decreto en el que se concede permiso al presidente de la Republica, general Antonio López de Santa Anna, para que pudiera dejar temporalmente la Presidencia y dedicarse a combatir a las tropas invasoras.

20 de abril

v  Manuel Baranda firma un decreto, junto con el presidente de la Republica, Pedro María Anaya

Manuel baranda inicio otro periodo de su gestión al lado de Santa Anna a partir del 20 de mayo de 1847, Pedro María Anaya entrega la Presidencia para continuar con sus actividades militares y forma un frente de defensa en el sur de la capital mexicana

 

TERCERA ETAPA: 21 de mayo al 17 de junio de 1847

 

v  A causa de la guerra de invasión estadounidense, obligo a que el 17 de junio de 1847, Manuel Baranda fuera removido de su cargo de la Secretaria de Relaciones exteriores y Gobernación, para desempeñarse más tarde como secretario del Consejo de estado, el cual ocupo hasta 1853.

 

No existen suficientes datos confiables que señalen con veracidad el destino final de la vida de Manuel Branda; algunas notas consultadas indican que el ilustre mexicano guanajuatense murió alejado de la política en su ciudad natal entre 1861 y 1862

Manuel Baranda participo en la política de la generación de mexicanos que contemplo el drama de un pueblo que entrega la mitad de su territorio ante la imposición de los triunfos estadounidenses. baranda lejos de aceptar la flagrante invasión de Estados Unidos, tomo la firme decisión de defender el nombre de la Republica protegiendo la nacionalidad del pueblo mexicano.


http://www.sre.gob.mx/acervo/images/libros/cancilleres_i-4.pdf

POSITIVISMO


Doctrina iniciada por Auguste Comte (francés) en el siglo XIX.

Identifica 3 fases en la historia intelectual de la humanidad que fueron cambiando a medida que adquiría mayores conocimientos científicos.

  1. Teológica: Da explicaciones simples de los fenómenos naturales como la lluvia, el trueno, la fertilidad o el viento creando dioses para explicarlos (Dios de la lluvia, Dios del trueno, etc.).
  2. Metafísica: Todo lo que ocurre se debe a fuerzas naturales o esencias y se realizan ritos para que pase tal o cual cosa (danza de la lluvia, sacrificio de un animal, ritos religiosos, etc.) lla­mando así la atención de los dioses. Busca respuesta al cómo suceden las cosas.
  3. Positiva: El nombre positivo deriva de lo que el ser humano hace y crea, no es Dios. Es cuando llega a una estructura científica de la mente buscando las causas de los fenómenos con la razón a través de la experimentación, la observación y la experiencia para descubrir las le­yes científicas que regulan sus relaciones. Busca respuesta al por qué suceden las cosas. La razón es considerada como la única fuente de conocimiento de la realidad y ésta se expresa en el conocimiento científico. Con la razón y las ciencias es posible el progreso indefinido de la sociedad pero, para que se produzca, debe existir el orden social. Para ello es necesario evitar todo tipo de conflictos sociales.

El positivismo afirma que en la realidad existe un orden único que tiende al progreso indefi­nido de la sociedad. Todo lo que ocurre responde a ese orden natural que hay que descubrir, co­nocer y aceptar. Así, el ser humano no es el constructor de la realidad social, propone una suerte de inmovilismo social, de orden social descartando la problematización.

“La educación con base positivista persigue conseguir un individuo inflexible, de mentalidad cerrada, individualista y a-crítico.”1